A pocos pasos...




Nuevamente  Sofia Vergara  nos dejó con las ganas del tan anhelado premio.  Así como cuando las reinas  de belleza  colombianas  se quedan en el penúltimo escalón de la corona de Miss Universo, así como cuando  la Selección Colombia  juega como nunca y pierde como siempre, así como tantas veces  nos quedamos  vestidos  y  perfumados esperando la celebración que no fue. Que vaina que siempre nos falte un centavo pa'l peso.    Será que  por el  hecho de  ser de la tierrita siempre tenemos que  ver el espectáculo casi en la última fila? 

Caminando  por el mundo  me he dado cuenta que al otro lado de América, en estos continentes lejanos  somos un  simple punto más en la geografía mundial  pero  también  somos como esa semilla  que  aunque  se  demore   mucho  para  empezar a mostrar  sus frutos,   cuando lo logra,  esas semillas se vuelven  hermosas  flores  que  pintan de color hasta  los lienzos  más ásperos. 

Tal vez solo nos falta alzar  más  la frente  y dejar de pasar inadvertidos  cuando las  olas  del triunfo  quieren devorarnos,  tal vez  existe aún el temor  de  pensar que somos menos,  que  no estamos preparados para estar en boca de todo el mundo como los mejores, como esos  que  nacimos de  tierra fértil  y que aprendimos  de nuestros  errores, de esas equivocaciones que deberían quedarse  en el pasado  para  a ser líderes de nosotros mismos. 

Hace poco un afgano me dijo   que  Colombia  y Afganistan son  como hermanos. Cuando entre  sorprendida y  emocionada le pregunté porqué,  me respondió casi que con orgullo  que  también ellos  son productores de cocaína. En un segundo la sangre me empezó a hervir  y  me dí cuenta  que ese  lunar que  nos identifica en el mundo es  como esas  verrugas   que van creciendo,   se apoderan de una parte del cuerpo y  para erradicarlas por completo hacen  falta  minuciosas  y complejas cirugías.  

Según  como veo las cosas,  Colombia está en ese proceso de cirugía plástica.  Un poco de paisanos  están  evolucionando  fuera  de las fronteras  desde hace un tiempo y el nombre  de esa nación del amarillo, azul y rojo  ya no suena  como violín desafinado en medio de una sinfónica.  Claro que  pegarnos a los  triunfos de los que  han trabajado para  posicionar su nombre   es como  vanagloriarse   con avemarías  ajenas.  Cada uno debe tener su nombre,  su  meta y  su testimonio del deber cumplido.

No me quiero meter a opinar sobre  el tan mencionado proceso de paz,  sería muy osada  discutir sobre esos temas tan espinosos, pero   siento  que es   como  el  abono que se le está  regando a nuestra   tierra  para que en poco tiempo   dejemos   de mostrar  nuestro cáncer,  esa  infinita desgracia  que  amenazaba  con  chuparnos  hasta el tuétano y que la exhibimos  como  el gran trofeo  a través de la televisión, del cine  y la literatura.  Estamos en tratamiento,  estamos  logrando salir adelante, no sé  si con la ayuda divina, no sé  si  es que  estamos despertando del letargo,  pero  ese  rey león que  tenemos los colombianos  en nuestra sangre está empezando a rugir  y a marcar territorio. 

Ufff creo que me desahogué.

Comentarios

  1. Flakita, veo dificil quitarnos el estigma del narcotrafico de encima, y del proceso de paz..?... quién les va a creer a los guerrillos, con todas las mentiras que dicen. Y no digo más.

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