Durmiendo con el enemigo

El texto que leerán a continuación es inspirado en una historia real. Fueron cambiados los nombres y las ocupaciones.
El vídeo (lo tomé de la red) complementa  el texto y resume el modo de solicitar ayuda en situaciones de violencia hacia la mujer. 


Federico. 40 años.  Director comercial de una cadena hotelera. Separado, tiene una hija pequeña, buen conversador, buen paladar y amante de los viajes. Poco atlético.  Martina, 28 años. Bella, profesional, recién casada. Amante de la moda y la tecnología. Ingresa al equipo de trabajo de Federico.
Llega como una grande ola con nuevas ideas, estrategias, propuestas. Él admira su capacidad, su carisma. El grupo crece, se consolida. Federico está satisfecho.  Martina en ocasiones se ausenta. Sus regresos vienen acompañados de repentinos cambios de humor.  Evade viajes y reuniones fuera de la oficina. Su marido se presenta por sorpresa en repetidas ocasiones.   Federico la tiene simpre en mente.  Un día Martina se ausenta más de lo normal . Alude que no se siente bien. Federico siente la ausencia. Esconde su preocupación.  Pasan varios días. Poco se sabe. Las conversaciones telefónicas son frías. Regresa. Su aspecto no es bueno. El maquillaje oculta algo. Todos callan. El trabajo continúa. Federico quiere abrazarla, entrar en sus secretos. Se detiene. Ella lo percibe. Grita ayuda en silencio.  Llega la cuarentena y cada uno salta de la oficina al salón de casa. Teletrabajo. Encuentro virtual. Uno, dos, cinco, diez, todos en la pantalla del ordenador. Vicente, el esposo de Martina se hace notar. Quiere siempre ver el grupo. Saluda. El confinamiento se alarga. Ella evita el vídeo. Solo habla. Su voz esconde llanto. Federico rompe el protocolo. Escapa de casa. La policía lo detiene. Él hierve por dentro. Una mujer está en peligro.  El citófono suena. Vicente responde. Todo está bien.  Los vecinos murmuran. Tienen miedo. En esos cuatro muros hay violencia, dicen.  ¿Porqué hasta ahora? La policía entra. A tiempo. Martina descompuesta armada con cuchillo. Federico la toma por los  brazos, la libera del arma.  Vicente está herido. Arrestado. Ella con las huellas de la fuerza bruta   en el cuerpo, en el alma.  Federico y Martina se funden en uno solo. El abrazo suspendido toma forma. La llama que estaba naciendo se enciende al rojo vivo.

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